sábado, 24 de mayo de 2014

Mujer ante Dios


Nada excede el compás encantado de tus rosas.

Nada irradia el sortilegio natural de tus cosas.

Nada se resiste a tu muy insigne belleza,

forjada a raudales a partir de tu gentil nobleza.

Nada explica tanto tu presencia tan hermosa,

como cuando elevando tus brazos ante Dios 
por la paz te expresas, 

... Y Él conmovido se da cuenta que le reza 
la más altiva y dulce de las princesas.
MILMAYOS

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