Sé
que una noche no vence el día, pero si me permite hacerte la más sentida
poesía, racimo de entusiastas versos dedicado a tu majestad tan sensible y tan
plena del bálsamo que me cura de la más fiel, pero a veces, honda melancolía;
con tu inspiración en mi corazón y el sabor de tus inolvidables besos, esos que
atesoro en mi existencia llego a ser el más feliz de los hombres.
Vida
mía, eres el ser que me regala hermoso, un sereno manantial de dulces alegrías,
amada ha ocurrido que de tanta felicidad, de súbito aparezcan lagrimas en mi
rostro, eres mágica y entrañable, como toda noble mujer, lo más bello que Dios
creo en este mundo, hacedora de una bien labrada e insuperable ambrosía,
canción de amor y regazo de la humanidad, la cual nunca marchita su belleza
atesorada sin prisa en el afán bendecido de los más innumerables días.
MILMAYOS