Para
vindicar, precisamente, lo magno del amor, para revivirlo, para enseñorearlo,
para ablandar la piedra de algunos corazones, para hacer las paces, para darle
el justo lugar a la magia que agitan los besos, para los que viven el mundo con
sublimes momentos y canturrean canciones nacidas del más dulce embeleso, para
los que creen en Dios y agitan banderas de paz y de filosofías que multiplican
los panes sin exclusión a comunidades enteras, de los que viven la sensibilidad
propia de las almas buenas, de lo que saben que el sol nace para todos y creen
en el amor y en la verdadera felicidad los que saben que todos cabemos en ella,
lo que contemplan el cielo con su cúmulo de estrella y saborean la vida con
sumo pudor y regalan siempre una perfumada flor a la mujer más bella.
MILMAYOS