Mujer:
Recuerdo
tu preciosidad tan delicada, los sesenta minutos de las horas, tus acordes
inigualables, en la quietud de las olas.
Eres manantial que surte de agua fresca toda la
sed de mi Ser. El afán de cada día, se vuelve clara magia, solo por Usted.
Vives muy linda en mi romántico estar. Tu presencia me enamora, más que
nunca, con la anuencia infinita de la dicha, sin demora.
Nada
en el mundo se le parece, ninguna exactitud es como la suya, ninguna alborada pasa
desapercibida, gracias a su belleza, mujer.
Aunque
la paz en el mundo, la guerra incesante devora, tú vives en mi paz, salvaguardada
por la ternura de un jardín de bellas rosas.
Nada te hace olvidar el mar de caricias, que en los amorosos besos, le obsequia con
denuedo toda mi alma y el amor de mi Ser.
Tuyo,
Milmayos