El
verdadero amor nos une, nos enlaza con la vida, nos hace seres humanos, nos
hace hijos de Dios y de todas las personas nuestros hermanas y hermanos, el
verdadero amor no identifica con nuestro hermoso planeta amenazado de
extinción, el verdadero amor nos hace menos egoístas, no lleva de la mano por
el camino que conduce a la paz, la solidaridad y alegría de vivir, ... nos
anula el odio, no suple las carencias, nos lleva al parque, nos hace cantar,
reír y soñar, nos hace valiente, nos une a nuestra cultura, a nuestro país y a
nuestro terruño, ... nos hace libre, nos lleva a la sabiduría, a ser amigo del
mundo y de nosotros mismo, nos hace valorar los detalles preciosos de la vida,
la poesía, los atardeceres, los plenilunios, los abrazos a la familia, a los
desposeídos, a los abuelos, el educar y procurarle la felicidad a nuestros
hijos, es decir a todos los hijos del mundo. El verdadero amor es tu humildad,
tu amor por el bien común y es tu paciencia. El verdadero amor es sensible:
todo lo sufre y lo enfrenta con decidido deseo de dialogar y hacer de la
comunicación y la convivencia, la verdadera inspiración e identidad de nuestra
existencia.
MILMAYOS