Mujer:
Vida
mía, he vistos hoy dos hermosos amaneceres, el que causó la imponente aparición
del sol, como de costumbre en la génesis del día, en los primeros latidos del
alba, en esas primeras horas, cuando recién empezaba ya a dormir la madrugada.
Y
el que causó en las honduras fervorosas y amorosas de todo mi Ser, tu florecida, esperanzada y siempre perfumada
presencia, presencia ennoblecida, siempre tan amada por mí, tan excelsa, tan
grata, tan mágica y esplendida, mujer amada.
Tuyo,
Milmayos
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