y, que cuesta abajo,
ya desecha se aferro a la
ternura cconmovida de los
poetas en España,
que lloraban versos como
si por tí fueran
en el filo de aquella noche
de fulgor infinito y eterno.
Y nunca faltó un gesto fuera
de la más elemental lógica,
como consecuencia de esa
ilogicidad:
se les torcieron las agujas al reloj
se inclinaron tanto que huyeron
y en su retirada tan solo dejaron
la hora de mi estremecimiento
cuando te fuistes.
En ese cuarto para las dos
sin dos minutos menos
sin dos minutos menos
y ni dos minutos más, tampoco faltó lo
absurdo:
y por lo tanto el dolor
desangrándose en lágrima
acurrucado en un recodo de la brisa
inerme y comportándose como un bebé
lleno de indefensión,
temblando estaba;
presa del titilar de los astros
que la noche colgó en el cielo
cuando tú, amada mía,
por nada llorabas.
Milmayos
Es espectacular Milmayos en la medida en que voy dando lectura a tu blog mi encanto y admiración va creciendo, Exito!!!
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